El pasado 8 de junio tuvo lugar la entrega del Premio de Las Letra Andaluzas, «Elio Antonio de Nebrija», galardón que se otorga a toda una vida dedicada a la Literatura. El acto, organizado por la Asociación Colegial de Escritores- Sección Andalucía y Melilla, se celebró en el Salón Regio de la Excma. Diputación de Cádiz. La ganadora en esta ocasión ha sido la poeta jerezana, Pilar Paz Pasamar. Con anterioridad obtuvieron el premio, Antonio Gala, Fernando Arrabal, Manuel Alcántara, Antonio Hernández, Pablo García Baena, Rafael Guillén, Josefina Molina y Mª Victoria Atencia.
Pilar Paz Pasamar nació en Jerez de la Frontera en 1932, fue miembro de la generación poética de 1950, continuadora de la lírica de estirpe simbolista y juanramoniana. Con solo 22 años recibió un accésit del Premio Adonais por «Los buenos días». Es miembro de la Real Academia Hispano Americana de Cádiz e Hija Adoptiva de la misma ciudad, Premio Andaluz de la Mujer en 2005 y en 2015 fue nombrada autora del año por el Centro Andaluz de las Letras.
Para el acto se desplazaron a la capital gaditana, los miembros de la Directiva de la ACE-Andalucía y Melilla. Tomó la palabra en primer lugar, el Vicepresidente de la Diputación de Cádiz, Salvador Puerto y le siguieron en el turno de intervenciones, la Secretaria General de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, Cristina Saucedo, los presidentes de la ACE Andaluza y Nacional, Manuel Gahete y Manuel Rico, y Javier Vela representante de la Fundación Unicaja, entidad patrocinadora del Premio.
El Secretario de la ACE-A, José Sarria, hizo la lectura de la concesión del Premio y el escritor gaditano y estudioso de la obra de la galardonada, Manuel Francisco Reina llevó a cabo la laudatio que justifica el galardón.
Los escritores andaluces han querido reconocer el valor de la fecunda actividad creadora de Pilar Paz Pasamar, considerada como una de las voces más representativas de la poesía española contemporánea. Juan Ramón Jiménez, tras la publicación de «Mara», la consideraría un «sorprendente prodigio de calidad y madurez poética». Carmen Conde en el prólogo de la obra la erigía como un referente para los jóvenes creadores que vislumbraban en ella, renovados aires para la poesía.