DÍA DE LA BIBLIOTECA 2019

 

Como todos los años, desde 1997, el 24 de octubre se celebró en España el Día de la Biblioteca, iniciativa de la Asociación Española de Amigos del Libro infantil y Juvenil. Esta conmemoración tiene como objetivo dar a conocer la labor de las bibliotecas y sus servicios, y agradecer y reconocer la labor de los bibliotecarios.

La celebración en Melilla tuvo lugar en la Biblioteca Pública “Profesor José Luis Fernández de la Torre”, a las 11:30 h. Abrió el acto, en rueda de prensa, la Viceconsejera de Cultura, Elena Fernández Treviño, quien estuvo acompañada por la directora de la institución y la escritora Encarna León.

Se inauguró una exposición itinerante recogida en unas urnas, donde se podían ver, moldeadas en plastilina, a mujeres que han destacado en el campo de la literatura, ciencia, arte, sociedad, cine o investigación. Se dieron a conocer los servicios que presta la biblioteca melillense, su horario, las actividades que se realizan durante el año y algunos de los curiosos fondos que alberga, como una colección de novelas escritas en braille, pasando finalmente a la lectura del manifiesto de este año, obra de la escritora Gemma Pasqual, titulado La sin cuento. La lectura la realizó Encarna León.

Manifiesto:

“No quería ser princesa, no quería ser liberada por el príncipe azul. Tampoco que el beso de un Príncipe la devolviera a la vida; ni que la salvara de la explotación infantil, no quería esconderse en la casa de los siete enanitos y ser su criada hasta que un príncipe la viniese a rescatar. No era capaz de renunciar a su voz por el amor de un muchacho; ni esperaba que San Jorge la salvara del dragón. Nobles princesas condenadas a dormir o al silencio, por orden de una madrastra, de un padre o de un hada buena.

Y se calzó sus zapatos rojos y huyó de su cuento, corrió y corrió buscando refugio, convirtiéndose en una sin cuento. Era una sin libro, una sin papeles, no la querían en ninguna parte.

En una cáscara de nuez navegó por el Mar de las Letras, y naufragó. Nadaba contracorriente, fuertes olas de frases la ahogaban, y cuando se dio por vencida y se abandonó a su suerte, de repente, la salvó la capitana Pippi Långstrump, una niña libre, generosa, que nunca se aburría, que se atrevía a cuestionar el razonamiento de los adultos. Acompañada por Matilda navegaban por el mar de las letras para rescatar a todos aquellos personajes que se aventuraban a cruzar el mar buscando un cuento mejor. Heroínas con fuerte sentido de la justicia y del deber de proteger a los más débiles.

Finalmente, después de muchas tribulaciones llegaron a puerto seguro, el Puerto de la Biblioteca, el Paraíso del que le había hablado Borges. Un lugar lleno de tesoros hundidos, como le había dicho Virginia Woolf; una nave espacial que la llevaría a los puntos más lejanos del universo; una máquina del tiempo que la transportaría al pasado lejano y al lejano futuro; una salida a una vida mejor, más feliz y más útil, como le explicó Isaac Asimov. Un lugar donde no necesitaba ser princesa para ser la protagonista de todos los cuentos.

Larga vida a las bibliotecas, refugio de todos, también de los sin cuento, de los sin libro, de los sin papeles, de las niñas que no quieren ser princesas y de los niños que no quieren ser héroes. Larga vida a los bibliotecarios y bibliotecarias, guardianes del Paraíso, de máquinas del tiempo y de grandes tesoros como son los libros”.